lunes, 25 de junio de 2012

Si volviera a nacer, volvería a quererte


<<Si volviera a nacer, volvería a quererte>>.
Tras volver a escuchar esas palabras en mi cabeza, subí a la azotea. Esquivé a varios médicos, algunos tan ensimismados en sus cosas que ni se fijaron en mí; otros tan dispersos en tareas ajenas a la medicina que prácticamente ni me miraron. Aunque, bien pensado, ¿quién querría fijarse en un viejo sesentón, sin afeitar, y con el pelo blanco y graso? Como el ascensor no parecía llegar nunca, me armé de valor y empecé a trepar por los estrechos escalones que subían en espiral. Jamás pensé que la edad iba a marcar de forma tan dolorosa mi cuerpo. A cada paso que daba tenía que recobrar el aliento y la mano me resbalaba por la barandilla a causa del sudor. El tiempo no tiene piedad con nadie, pero conmigo se había ensañado especialmente.